Si la sombra que huye persigues,
amado y odiado de ti mismo,
hombre mortal, cancerbero, de infieles espejismos,
Curia púrpura expuesta sobre áureo pedestal,
donde anidan amapolas, siempre a solas,
ánfora carmesí del licor nirvanal
pasmado tronco en tierra vieja empotrado
trasegando el finito instante,
apoteosis hilarante,
escasos huesos, espantapájaros de visión penetrante
Babieca de aquel Cid, antónimo de ti …
…cuando es real lo banal del desafío,
solo somos sombras al sol, cascara de piel y huesos,
revestida de miel y lirios,
venida a menos por la hierática apariencia,
contendiendo con el todo siempre, a nuestro modo,
Perseguir la niebla que se forma
en los cuarto secretos de tu mente, sombra que asombra
intromisión sin concesiones ni clemencia,
convertidos en la culpa y su condena.