La tierra yerma ahora quema,
espejismos corretean por la arena,
oteando son azores, rápidos,
engañando a los ojos siempre conformes,
con pies pegados al fuego,
cañadas de lava,
éxodo de cuerpos sin alma,
ánforas de sales perfumadas,
que nunca aroman ,
siempre son de su yo y su casa.
La casa del vecino arde en llamas
pared con pared
gritos que a otro llaman
espíritus del Píreo reflejados
fuera, en las puertas, silencio
clama.
¿Eres pasión revelada?
¿Ardoroso fragor sin palabras?
¡Manos que aplauden al aire
desaires del hablar gratuito
a las puertas del Hades en día
lluvioso.
Ironías del destierro compasivo
sentir pasar la vida en un solo latido
desesperando lo inesperado
recibiendo envites de Minotauro
que raudo acude a tus manos
cuando eres, ego y tu, abrazados,
ferviente Eros, de Agápē disfrazado
